jueves, 10 de julio de 2008

Homenaje a Alfonsín.

Seguramente el doctor Alfonsín, presente hoy entre nosotros, estará escuchando el eco de su propia voz, que supo sonar en este recinto, cuando le tocó ocupar una banca como Diputado Provincial. Esa fue solo una de las tantas actividades que ostenta su dilatada trayectoria en la vida política argentina. En 1954, fue Concejal en su Chascomús natal; en 1963, DiputadoNacional; en 1965, fue designado Presidente del Comité Provincial del Radicalismo de Buenos Aires y, en 1983, Presidente de la Nación Argentina.
Pero hoy, esta Legislatura no le concede el título de ciudadano ilustre de nuestra Provincia solamente por los cargos que conquistó sino, fundamentalmente, porque de punta a punta de ese intenso recorrido, se destacan sus virtudes de decencia y coherencia, honestidad en la administración de los recursos públicos y defensa irrestricta de los valores de la libertad y del estado de derecho.
Sin lugar a dudas, lo que destaca al doctor Alfonsín en el escenario nacional y en el concierto internacional, es haber asumido el liderazgo de una de las transiciones democráticas más complejas y difíciles de todas las que hubo que encarar en América Latina en la década del '80. Heredó las terribles consecuencias de una violencia política irracional, que desembocó en un régimen de terrorismo de Estado y que dejó secuelas de torturados, desaparecidos y exiliados. La derrota de Malvinas también formó parte de una herencia que, en este caso, aisló aún más a la Argentina del mundo e hirió profundamente la autoestima de nuestro pueblo. No fue menor la destrucción del tejido social que produjo la dictadura militar y en el campo de la economía esa transición democrática tuvo como fuertes condicionamientos la deuda externa y los precios internacionales de nuestros productos primarios que, en ese entonces, estaban en el sótano y no en las nubes como ahora. Por alguna razón, alguien caracterizó a los '80 como la década perdida para América Latina.
La lucha de Alfonsín por los derechos humanos comenzó mucho antes de llegar a la investidura presidencial. Fue uno de los pocos dirigentes políticos que durante la dictadura militar llevó adelante una ardua labor profesional, como abogado de numerosos perseguidos políticos y como co fundador de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos que compartió entre otros, con figuras de la talla de monseñor Jaime De Nevares y Alfredo Bravo.
Consecuente con esa lucha y con el programa del partido que lo llevó al gobierno, las primeras decisiones de Alfonsín fueron ordenar el procesamiento de las Juntas Militares y de los máximos responsables de la represión y promover en el Congreso la modificación del Código deJusticia Militar para someterlos a la jurisprudencia de la Justicia ordinaria. Se creó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas que, presidida por Ernesto Sábato, descorrió el velo de los errores a los que fuimos condenados todos los argentinos. En síntesis, asentó la democracia que recién nacía en los pilares de la verdad, la justicia y la memoria. Fue una formidable epopeya que prácticamente no tiene antecedentes en el mundo cuando se trata de valorarla dentro de los conceptos del estado de derecho. Todavía hoy muchos de nuestros países hermanos de América Latina, que fueron víctimas de la misma política, siguen balbuceando los primeros pasos de una justicia que les está muy lejos de llegar y otros ni siquiera han intentado alcanzarla.
A esa transición democrática, encabezada por el doctor Raúl Alfonsín, no le tocó perseguir leones encerrados en la jaula del zoológico, sino que hubo que correrlos por la selva, porque muchos de ellos todavía estaban al frente de regimientos, unidades de batalla, de servicios de seguridad y como para que no quedaran dudas que el combate contra la violencia no tenía privilegiados, Alfonsín y su gobierno promovieron y lograron la extradición y el encarcelamiento de José López Rega, uno de los responsables del germen del terrorismo de estado en su condición de jefe de la Triple A.
La labor de Alfonsín en materia de derechos humanos no se limitó acondenar su violación sistemática en el pasado, sino también y, fundamentalmente, asegurarlos para el futuro. Por eso su gobierno adhirió al Pacto de San José de Costa Rica, modificó el Código Penal equiparando el delito de tortura al de homicidio simple y sancionó la Ley 23098 de Hábeas Corpus, en la que se establece que es aplicable ese derecho en cualquier caso en que sea denunciada una acción represiva por parte de cualquier autoridad pública.
Por supuesto que fue un camino arduo, difícil y lleno de obstáculos. Por esa razón hubo que enfrentar intentos de desestabilización, campañas de acción psicológica, atentados y hasta intentonas golpistas. La más seria fue aquella que todos recordamos como la de "Semana Santa", cuando la sociedad con su gobierno democrático a la cabeza, la oposición acompañándolo por primera vez en la historia, frustró exitosamente un intento de derrocar a un gobierno popular movilizándose en calles, plazas y rodeando –cuando hizo falta- las unidades militares sublevadas. No corrió una gota de sangre y por eso Alfonsín pudo decir: "La casa está en orden". Y efectivamente, doctor, la Casa de las instituciones quedó en orden, tanto que hoy, a veinticinco años, seguimos gozando de los beneficios de las democracia.
En materia de política exterior, no solo recuperó el prestigio internacional de nuestro país por haber vuelto a los valores republicanos, sino porque, además, el gobierno que encabezó Alfonsín en concordancia con su política interior, siempre orientada a proteger la democracia y la diversidad, promovió la integración de los pueblos latinoamericanos. Desarmamos rápidamente las hipótesis militaristas de conflictos con países hermanos; se firmó el tratado de paz e integración con Chile, y Alfonsín y Sarney en Brasil cofundaron lo que hoy conocemos como el Mercosur, que tiene como piedra angular de su propia existencia y razón de ser la denominada "cláusula democrática"; se afirmó la adhesión al movimiento de países no alineados y, cuando la prepotencia imperialista quiso intervenir en Nicaragua, nuestro gobierno desplegó la protección del llamado Grupo Contadora, para que nunca más una intervención militar del país del Norte torciera la decisión autónoma de una naciónlatinoamericana, que finalmente desembocó en elecciones libres. En el esfuerzo por afirmar todos los derechos de los argentinos, ese gobierno de la transición encaró la tarea de democratizar la enseñanza pública y un año después de haber asumido, concretamente en septiembre de 1984, se normalizaron las universidades nacionales, que recuperaron su autonomía, su libertad de cátedra y su cogobierno, valores esenciales de la Reforma Universitaria de la que este año se cumple el 90ºAniversario.
Fue normalizado el movimiento obrero y, más allá de que a aquel gobierno le hubiese gustado otro método, se respetó irrestrictamente lo resuelto por el Parlamento Nacional, y los trabajadores recuperaron la totalidad de sus derechos.
La cuestión del género tampoco quedó al margen de esta tarea de construir una democracia más amplia, más participativa y más efectiva; prueba de ello es que se promulgó en ese período la Ley de Divorcio Vincular y la de Patria Potestad Compartida.
Por supuesto que el gobierno de Alfonsín puede ser discutido y criticado como cualquier otro gobierno en la ejecución de sus medidas, pero creo que nadie puede poner en tela de juicio que tuvo una dirección democrática, popular, humanista y progresista. Usted, doctor Alfonsín, dijo en el discurso que pronunció en la ceremonia de asunción en el Congreso Nacional: "Hemos entendido que hay fuerzas poderosas que no quieren la democracia en la Argentina; sabemos que la reivindicación del gobierno del pueblo, de los derechos del pueblo para elegir y controlar al gobierno, de acuerdo con los principios de la Constitución plantea una lucha por el poder en la que no podemos ni debemos bajar los brazos, una lucha que vamos a dar y en la que vamos a triunfar."Tenemos una meta: la vida, la justicia y la libertad para todos los que habiten este suelo". Y agregó: "Tenemos un método: la democracia para la Argentina". "Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro o desde afuera quieren impedir esta democracia". Le quiero decir, Doctor, que vencimos, porque con usted la democracia llegó para quedarse para siempre.
Mi generación asomó a la vida política de la Argentina en el peor y en el mejor momento, en la postrimería de una dictadura sangrienta y en los albores de la libertad. La generación que nació en democracia, ya hace un tiempo que cumplió la mayoría de edad, pero todavía nos conmovemos cuando recordamos su voz convocándonos a la lucha: "Con el objeto de constituirla unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general para nosotros, para nuestraposteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino".
Hoy pasará a ser ciudadano ilustre de la provincia de Buenos Aires, pero para nosotros "Alfonsín: más que una salida electoral fuiste una entrada a la vida". Muchas gracias.
Cecilia Moreau. Diputada Provincial. Homenaje al Dr. Raúl Ricardo Alfonsín. Honorable Cámara de Diputados de al Provincia de Buenos Aires. 9ª Reunión – 9ª Sesión Ordinaria - 02/07/08